La columna de Érika Rivero Almazán
Me han invitado a ser candidata, pero mi equipo es Lalo
“Admiro a Lalo… Eduardo Rivera es uno de los hombres más inteligentes que conozco, y uno de los políticos más avezados; he visto su crecimiento profesional y como persona muy de cerca; tras 27 años de matrimonio y lo primero que puedo decir de él es que lo admiro”: Liliana Ortiz Pérez, presidenta del patronato del Sistema Municipal Dif. (Revista Mas Sana y Los Conjurados Dic 22.21)
¿CANDIDATA DEL PAN?
-Tu nombre ha salido varias veces en los momentos electorales para una candidatura a la presidencia municipal, ¿ves en tu futuro esto posible, te gustaría llegando el momento?
En la vida nunca hay que descartar nada, sin embargo, soy muy feliz ahorita acompañando a Eduardo en una nueva oportunidad de servir. El tema social me apasiona, tienes la oportunidad de vincular, ayudar, hacer políticas públicas para apoyar a niños, niños, mujeres, abuelos, discapacitados… hay muchas esposas de políticos que los acompañan en esta tarea porque eso toca, porque eso es la tradición, pero no es su vocación real.
Ése no es mi caso.
El servicio público es mi vocación, lo abrazo, lo vivo como una bendición.
Sí se han dado esas oportunidades (de ser candidata) pero Eduardo y yo hemos sido un equipo, desde siempre, desde que estábamos en la universidad éramos equipo para hacer los trabajos finales.
Los dos somos politólogos: hablamos y nos entendemos perfectamente en este tema, cuando a lo mejor otros matrimonios no. Tenemos una vocación política muy natural en esta universidad de la vida que nos unió.
Lalo y yo nos seguimos preparando, somo padres, como profesionistas y como políticos. Todo al mismo tiempo.
Ni Eduardo ni yo estamos pensando en lo que sigue, sino que estamos enfocados en el ahora, en nuestro presente.
Tenemos dos meses de haber entrado, y hay mucho trabajo por hacer: empezamos con la campaña de cáncer de mama, ya rebasamos los 2500 estudios de mamografías y de inmediato las están atendiendo con mucha contención, no sólo médico sino psicológico.
-¿Cuál es la diferencia que te observas desde la primera vez que fuiste presidenta del DIF municipal a ahora?
De estrada mis hijos tienen 11 años más: Ilse tiene 22, Ale 24, Lalo 26, ya son jóvenes adultos y eso te habla de otro momento de tu vida. Me siento muy orgulloso de ellos y son mis principales maestros de vida.
La primera vez entré a conocer, y los estudios que tengas no soy suficientes cuando te enfrentas a la práctica, a la experiencia. Ahora ya tengo la experiencia y todo lo que se pudo lograr, los premios que ganamos a nivel nacional e internacional, con la red mexicana amigas de la niñez, empezamos con 6 ciudades y ahora ya son más de 200. Hay mucho por hacer y tengo más claro cómo hacerlo para dar resultados.
-¿Te declaras feminista?
Es un término que tiene muchas aristas: sí, me declaro feminista, humanista. Estoy convencida en apoyar a las mujeres, en hacer equipo entre nosotras, en empoderarnos. Pero también me queda claro que hay que reconocer el talento de los hombres y hacer equipo con ellos.
Por ejemplo, no hay otro político que yo admire más que a Eduardo Rivera. Lo he visto crecer en todos los aspectos, como profesional, político y ser humano desde que íbamos a la universidad, desde que fuimos 2 años y medio novios hasta los 27 de casados.
No hay nadie que reconozca más en el mundo que a ti; le digo.
-¿Cómo combinas el amor, la política y el matrimonio?
Desde que te levantas en dar un “si”.
Un sí quiero. Pero no basta que tu estés dispuesta con el “sí”.
El también debe dártelo, para que la pareja funcione así es. Es un “si” permanente de ambos.
Obvio, no es siempre
El padre Canché, nuestro consejero, nos decía que debería existir la palabra: “amodio”… porque hay momentos que amas mucho, hay otros que ni lo quieres ver.
Eduardo siempre me dice: por muy difícil que sea la situación, hay que preguntarnos: ¿con qué bueno te quedas?, de cualquier experiencia, porque te tocaba vivirla o porque tú la provocaste… no queda otra que asumirla y aprender la lección: la lección que no aprendas, la repites.
Y así hemos crecido de la mano… caminando.
Hemos aprendido a hablarnos, y cuándo a callarnos: esa me falla más a mí (jajajaja).