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Los Conjurados, la columna de Erika Rivero Almazán

Erika Rivero Almazán

Augusta Díaz de Rivera y la diputada suplente Liz Minto le cerraron la puerta a los colectivos de mujeres que enfrentan violencia vicaria y daño económico a través de sus deudores Alimentarios; esos mismos colectivos que encortaron el respaldo incondicional en la diputada Aurora Sierra, y cuyo deceso el pasado 9 de agosto los dejo en un estatus de orfandad.

Sin embargo, hace un mes, la Presidenta del Pan planeó hacerle un homenaje póstumo a Aurora. Mandó a su gente y hacer las cotizaciones pertinentes.

Inmediatamente reculó: «Está muy carísimo, y no nos vamos a gastar tanto en esto; organízate algo para quedar bien pero que nos cueste; ya viene la campaña y ahí si hay que gastarle».

El argumento de contratar un auditorio externo era para que todos tuvieran acceso: diputados de todas las fracciones, militantes de todos los partidos, secretarios del gobierno del estado, de los tribunales y magistrados; es decir, toda la gente con que la Aurora Sierra, en vida, si cultivo relaciones profundas de trabajo y amistad.
Algo similar ocurrió en el velorio de Aurora, cuando Augusta decidió no mandar una corona de flores, porque «estaba carisima».

Por increíble que parezca, no hubo una corona de flores ni un apoyo para la familia de Aurora, ni por parte de la presidencia del Pan, ni de la bancada del Pan, ni de la diputada suplente, quien por cierto fue la primera en ir al Congreso ( durante la ceremonia de cuerpo presente en el legislativo) para observar la que sería su nueva oficina.
Pero lo grave no fue esto.

Lo grave es que la Presidenta Augusta, defensora de la sororidad entre las mujeres, impulsar perfiles femeninos y apoyar las causas femeninas, cerró las puertas a todos los colectivos que en su momento se acercaron a Aurora para pedirle su ayuda.

Según declaraciones de los colectivos que han sido publicados en varios medios, incluyendo en Los Conjurados.

La respuesta de Augusta (por descabellado que se escuche) es que Aurora Sierra no obedecía a la agenda del Pan, y los colectivos que impulsan leyes en contra de la violencia femenina, ataca «los valores de la familia’.

Esta contradicción de la Presidenta causo desconcierto en colectivos que apoyan la Ley Vicaria y la Ley Sabina, ya que en septiembre, estos mismos colectivos, despreciados por la Presidenta Augusta, fueron invitados a un desayuno por Liz Minto, en donde la ahora diputada se comprometía a dar seguimiento a la labor de Aurora Sierra, a quien dijo «admirar profundamente».

Al final de esta historia no sólo es decepcionante, sino patética:

Una diputada suplente que da la espalda a la gente y no cumple su palabra. Ahora es nula su labor legislativa.
Una Presidenta de partido que miente en su discurso, invisibiliza la causa de muchas mujeres que sufren de violencia y también trata de invisibilizar el trabajo de Aurora Sierra, una de sus diputadas más trabajadoras, productivas y sensibles de la causa de las mujeres poblanas.

Y esta historia continuará.

Porque la verdad nos hará libres, hoy, mañana y siempre.