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La columna de Erika Rivero Almazán

Que un borracho (alegre o perverso, da igual) llegue y le ponga precio a tu cabeza es terrible; que irrumpan en tu hogar esperándote para meterte un plomazo es temible. Que le propinen una golpiza a mujeres inocentes… no tiene nombre.

A nadie se le desea tal destino y nadie debería de atravesar por esa experiencia.

Sin embargo, hoy viven esa realidad Mario Riestra y Eduardo Rivera, candidatos del Pan a la alcaldía y la gubernatura de Puebla.

O eso es lo que dicen ellos.

Por ahora no hay pruebas. Sólo su palabra y la versión de las vecinas golpeadas de Eduardo Rivera. Que se investigue y que se de con los responsables, es la consigna que sí indigna.

Pero lo que cae en el terreno de la indignación es que tanto Rivera como Riestra ya son figuras nacionales, y no lo son por el resultado de su trabajo, porque vayan arriba en las encuestas o por la calidad de sus propuestas.

Ambos candidatos han tomado un camino riesgoso: asegurar que son víctimas de una guerra sucia, de una elección de estado orquestada por el gobierno estatal y por los adversarios.

El sentido común y de humanidad te llevan a creer y apoyar a la víctima.

Aquí el problema radica en que en ambas historias la verosimilitud está flotando por algún lado: se tropiezan con sus propias palabras, se contradicen en otros momentos y se corrigen de última hora en otros. Lo único cierto y contundente es que ambos van abajo en las encuestas, están nerviosos y ambos afirman que habrá elección de estado.

En pocas palabras, que van a perder.

Que de hecho eso siempre pasa en una elección: uno gana y otros pierden.

Lo inusual y lo preocupante del caso es que estas denuncias de violencia y acusaciones no estuvieran suficientemente sustentadas, y que todo se trate de una bomba de humo para enconder la realidad de una derrota anunciada.


Eso sí sería gravísimo.

Porque sin jugarle al detective, las preguntas obvias saltan en el caso de Mario Riestra: ¿en serio dejas ir, después de que lo detuviste, al hombre que te amenazó con el precio de 15 mil pesos por tu cabeza? Mario Riestra espero a que terminará su festejo con la gente, tomarse las selfies tradicionales y a que todo el mundo se fuera para grabar su video responsabilizando al gobierno del estado de orquestar una elección de estado?


Es decir, lo lógico hubiera sido exigir una respuesta de los 3 niveles de gobierno, empezando por el municipal.

Pero eso jamás sucedió.

La aparición en redes del señor Alejandro (el supuesto agresor) negando el hecho, dejó un sabor amargo en la boca de todos… dejo una duda.

Es la palabra de Riestra contra la de don Ale, porque no hay pruebas, ni videos ni nada. ¿A quién le creemos: a un político o a un borracho?

Usted tiene la respuesta.

El conflicto es que ya no se trata de impartir justicia: Riestra lo llevó al terreno de lo mediático, político y electoral.

Eduardo Rivera está transitando por la misma prueba de ácido.

Las vecinas fueron golpeadas y sometidas. Eso se tiene que investigar y que la justicia alcance a todos los responsables. Por supuesto que te solidarizas con las víctimas. No hay duda en eso

El problema fue que el candidato a la gubernatura se asumió como protagonista de la historia diciendo que sus vecinas declararon que ve iban por el para darle «un plomazo en la cabeza»… pero que se equivocaron de casa.

Y es aquí en donde su historia pierde el hilo conductor de la verosimilitud.

¿En verdad iban por Eduardo Rivera y «se confundieron» de casa? Qué maleantes tan maletas, la verdad.

El Pan responsabilizó y denunció a Eukid Castañón por los actos de violencia en contra de sus candidatos por ser el operador electoral de Morena (como lo publicó Latinus), cuando Eukid tiene una larga trayectoria en el PAN, y fue hasta vicecoordinador de la bancada del PAN, muy cerca de Marko Cortés, de hecho.


¿A quién le conviene estos escándalos?


Usted también ya tiene la respuesta.


Esta elección se está convirtiendo en un espectáculo mediático que los poblanos no merecemos, como tampoco que el próximo debate del 12 de mayo se centre en lo que hasta el momento (a menos que la justicia dictamine otra cosa) en shows mediáticos, en lugar de que los candidatos a la gubernatura hablen de propuestas y de cómo van a solucionar un montón de problemas que tiene el estado.


Como sea, el 2 de junio sabremos la verdad: si la inyección de miedo amedrentó al votante, o si pese a la picaresca, la gente ya no les cree y salió a votar, o simplemente los mando al diablo por cuenteros (y muy malos, por cierto) y se quedó en su casa.


Como sea, Puebla pierde.


Todos perdemos.