La columna de Erika Rivero Almazán
Lilia Cedillo es querida en su vecindario: vive en la misma casa desde hace décadas, todas las mañanas saluda a quienes van y vienen en la calle cuando sale a barrer su calle: le gusta su casa limpia desde la banqueta; después va a lavar el patio en donde están sus perros, desayuna y se enlista para ir a trabajar: es la primera mujer en la historia de la Universidad Autónoma de Puebla que se convirtió en rectora, desafiando 443 años de tradición.
La rectora ya estaba lista para la entrevista, pero nosotros no: el productor colocaba el equipo y la computadora se “chiquéo” tal vez por salir del estudio de grabación, y no aceptaba el programa que controlaba las cámaras. Todos corríamos (y sudábamos) menos la doctora, que esperaba paciente con una sonrisa, platicando con sus colaboradores. Llegó a su asiento y antes me dio un gran abrazo cálido, “Erika, qué gusto verte”, honestamente disfruté tanto ese prolongado abrazo. Me quedé ahí unos segundos, extrañamente acurrucada: su voz dulce, su aura en calma, la seguridad de su presencia: una especie de energía que todo lo aquieta y lo llena de una serenidad dulce. Y sin embargo, la fuerza de su presencia es lo que parece poner todo en su lugar. Todo funciona, todo está en orden, todo está trabajando.
Y empieza la entrevista.
-¿Cuál es el secreto de su éxito, rectora?

La doctora sonríe: “no lo sé, el azar, el azar siempre me ha favorecido en la vida”.
Y no dice más.
No comenta sus 40 años de carrera, sus años como investigadora, su capacidad de negociación, el conocimiento que da la experiencia laboral en la BUAP, ocupando cargos y ascendiendo en su nivel de responsabilidad e importancia… nada, no comenta nada.
-¿Los rectores que le antecedieron estuvieron inmersos en la política partidista, algunos alcanzaron cargos de elección popular aparecieron en la boleta electoral, y otros estuvieron metidos en varios escándalos, incluso financieros… a Lilia Cedillo la veremos alguna vez en una boleta electoral?
-(Ahora sí ríe), No, no creo, a mi me encanta la vida académica, la disfruto mucho, he estado toda mi vida aquí, sigo siendo docente, convivio con mis alumnos, con los maestros y con todos los que trabajan en la universidad, conozco sus nombres y sus trayectorias… ¿será que no me gusta el poder, verdad? No, no lo busco y nunca lo he buscado.
Como he vivido diferentes etapas de la universidad, hay algunas es donde no quisiéramos caer otra vez.

Lo que yo he tratado de dejar fuera de todos los intereses políticos a la institución, porque ésta tiene objetivos muy claros: la formación académica, profesional de jóvenes, nuestro foco tiene que ser ése: no el aspecto político, no de anhelos personales.
Aprovecho para aclarar que yo no tengo ninguna aspiración política, me encanta la vida académica, disfruto mucho lo que hago en la BUAP, y cuando termine mi periodo de gestión, probablemente regrese a dar clases, y si me siento “cansadona”, pues pienso jubilarme. Ahora estoy enfocada al 100% en la Universidad, no me interesa quedar bien nadie, ni con un sector ni con otro. Eso es lo que nos ha permitido avanzar y pienso seguir manteniendo ésa línea.
-¿Ya viene su informe de labores, y la gran pregunta que muchos nos hacemos es si quiere reelegirse como rectora?
-De gustarme, si; pero no es algo que me inquiete: hay mucho qué hacer con Ciudad Universitaria 2, de entrada… ya veremos a ver qué pasa.

-Ser rectora de la BUAP es una tarea titánica, ¿cómo toma las decisiones más importantes, con base en qué?
-Las tomo en base de la persona que soy, y siempre descubrimos que somos los mismos y no podemos dividirnos: como mujer, como mamá, como académica y como rectora. Nunca falla.
-¿Cuál es la experiencia que más le ha marcado?
-Cuando dudé si aceptaba o no ser directora en el Instituto de Ciencias, un compañero me dijo: “sí, anímate, vas a tener una gran oportunidad de hacer por los demás lo que te hubiera gustado que hicieran por ti”.
Esa frase la tengo muy presente siempre: ahora tengo la oportunidad de hacer por los estudiantes y profesores lo que me hubiera gustado a mí, cuando fui estudiante y maestra, por mi como investigadora, como deportista, en fin. Esas son las oportunidades que nos da la vida y no podemos dejarlas pasar.
-¿Cuándo supo que podría ser tangible CU2
-Te decía que el azar tiene mucho que ver en mi vida, y cuando estaba la pandemia me tocó participar en el examen de admisión y me tocó ver a cientos de jóvenes que tenían mucha ilusión de entrar a la BUAP pero que no podían hacerlo porque no tenían plan B: no tenían dinero para entrar a otra institución. Eso me dolió mucho: fue el gusanito que se quedó clavado.

Pensé que como rectora tenía que hacer algo al respecto.
Y se dieron las cosas: el gobernador Sergio Salomón es una persona que le apuesta a la educación a nuestros jóvenes por ser la manera en que Puebla puede salir adelante: así se unieron dos voluntades.
Cuando yo le planteó mi idea al gobernador que necesitábamos crecer y requeríamos su apoyo para un terreno, no lo dudó, no se tardó ni 10 segundo cuando me dijo que sí. Fue rápido y muy participativo porque se fueron sumando más voluntades, a nivel estatal, municipal y federal. Ha habido muchos obstáculos, como todo gran proyecto, pero eso nos ha permitido disfrutarlo y valorarlo más.
En 5 años más seremos capaces de recibir a 30 mil estudiantes más. Vamos ir creciendo 5 mil en 5 mil cada año.
Atrás de CU2 hay un gran trabajo de un gran equipo. Estoy muy feliz.
-¿Cuáles han sido tus más grandes satisfacciones como rectora?
-Uuuy, son muchas… me motiva mucho los jóvenes de los complejos regionales. Las chicas de las comunidades rurales me ven y me dicen: “yo la admiro, porque la veo y sé que sí se puede salir adelante”. Yo nunca pensé que se iban a fijar en mí y eso me llena de felciidad. Siempre me enfoco en mi trabajo, en dar resultados… y lo demás… viene solo.