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Celina Peña
Celina Peña
Historiadora, periodista

Las crónicas de la vacunación contra el Covid 19 ya corren como ríos caudalosos. Desde historias de personas que han pasado 10 horas en las largas filas, hasta rumores de personas que tardaron minutos en pasar para recibir la dosis se escuchan en los hogares.

En esta etapa de vacunación las personas de la tercera edad ya fueron convocadas para acudir al llamado para vacunarse y poder combatir el virus que tiene al mundo en cuarentena y sufriendo la sana distancia.

La esperanza de que la situación mejorará una vez que la mayoría de los habitantes puedan estar vacunados es generalizada.

Niños que añoran las aulas de las escuelas, jóvenes que esperan que las salas de cine vuelvan a abrir, adultos mayores que aspiran a ser bienvenidos en los supermercados. Restauranteros, entrenadores y empresarios del ramo de los servicios que buscan que los sobrevivientes del Covid 19 puedan retornar a sus actividades cotidianas.

Sin embargo, la realidad es poco halagadora, tardaremos años en retomar la vida tal como la conocemos. No sabemos aún si la economía mejorará, si las personas recuperarán sus empleos o si la sana distancia se eliminará.

Con las dosis de la vacuna llegó la esperanza de volver al salón de clases, de volver a los parques de acudir a las reuniones sociales.

Las personas ven muy cerca el regreso a la antigua normalidad. Pero esa antigua normalidad tampoco era tan halagadora, la explotación de los recursos naturales fue y es la constante, la violencia estructural fue y sigue siendo parte de la vida cotidiana, hemos aprendido poco del servicio a la comunidad y del combate a la corrupción.

La pandemia más bien nos ha mostrado que la distribución de la riqueza es más que desigual. Que los que han estado en mejores condiciones para enfrentarla son los que han acaparado la riqueza y los recursos.

La esperanza en una dosis no resuelve los grandes problemas de fondo del país.

Aún así, la mayoría de los habitantes del planeta la esperan como el mejor de los regalos.

El retorno a la vida llena de aglomeraciones está lejos de ser una realidad en los próximos meses, excepto claro si consideramos a las filas de quienes esperan su turno para pasar y recibir la dosis.

La esperanza ya llegó, pero la realidad aún no la alcanza.