La columna de Érika Rivero Almazán
Lo que queda claro en la decisión del alcalde Eduardo Rivera para echar para atrás la concesión de publicidad para los paraderos de autobuses, es que no comerá lumbre durante su administración y tomará todas las precauciones para no romper la buena relación que hasta hoy sostiene con el gobierno estatal, especialmente, en lo personal con el gobernador Luis Miguel Barbosa.
Tan claro como lo fue la caldera que siempre fue alimentada entre la exalcaldesa Claudia Rivera y el gobernador Barbosa: todos como poblanos vivimos en carne propia la tórrida relación entre ambos gobiernos y no traje nada bueno: ni a la ciudad ni a los involucrados, sobre todo, a Claudia Rivera, quien es la fecha en que aún no puede levantar cabeza tras caminar directo al despeñadero electoral. La expresidenta municipal eligió un enemigo muy poderoso.
Eduardo Rivera no cometerá el mismo error.
Aunque ya tenía amarrado un proyecto que le representaba nutrir las arcas municipales, la reacción inmediata del gobernador al exponer en su mañanera que recomendaba revisar esa licitación publicitaria para los paraderos con alcance hasta a 10 años y no aumentar su impacto más allá de la administración municipal correspondiente, así como la reacción fotocopiada al calce del Congreso local con los mismos ‘peros’, Eduardo Rivera recapacitó y dio marcha atrás.
De lo contario, si mantuviera inamovible su iniciativa, su relación con Barbosa empezaría a fracturarse.
Y por lo visto, ese será un lujo que Eduardo Rivera no piensa darse, principalmente en los primeros meses de su administración… y está comprobado que un gobernador como aliado, el o que mejor que le puede ocurrir a un alcalde.
El edil panista también lo sabe por experiencia propia: el desgaste de su administración y de su persona con el entonces gobernador Rafael Moreno Valle fue un calvario que tampoco repetirá.
Eduardo Rivera colocó una etiqueta para ‘pausar’ su propuesta, y dijo que dialogará para encontrar una solución que satisfaga a todos… por supuesto que el gobernador Miguel Barbosa reaccionó inmediatamente con una palmadita en la espalda: aplaudió su ‘voluntad política’, para analizar el tema.
Este tipo de situaciones las veremos en repetidas ocasiones en estas administraciones. Es muy posible que se equivoquen quienes auguran un rompimiento entre ambos políticos. Es poco probable.