La columna de Erika Rivero Almazán
Si alguien supo capitalizar los yerros de Morena en la capital y el repudio personal hacia Claudia Rivera fue Eduardo Rivera.
Tuvo una lectura correcta del momento que vivía desde la precampańa.
Su cercanía con el gobernador Luis Miguel Barbosa cerró la pinza: todo lo demás fue un efecto dominó con un pronóstico esperado.
Eduardo Rivera llegó a la alcaldía de Puebla con el boleto sembrado a la candidatura del PAN por la gubernatura para el 2024.
Por eso va sumando simpatizantes.
Ahora en sus 120 días hace una presentación de su trabajo a nivel mediático y a nivel ciudadano, brincandose el protocolo político.
El mensaje que envía el alcalde es la de un gobernante cercano, cercanisimo a la gente.
Cosa que es cierta.
Es un mundo aparte con el de su antecedora, Claudia Rivera quien en las últimas semanas de su reciente campaña tuvo que ser protegida por sus guaruras ante los gritos e inconformidad de quienes, hace 3 años, votaron por ella.
Claudia, distante, lejana e indiferente.
De ahí que el contraste resulta mayor.
Brutal.
Esa es la ventaja que lleva el alcalde panista.
Por eso, su informe desde Bosques de San Sebastián sobre el bacheo, la inversión de obra pública por 238 millones de pesos, la próxima apertura de 10 Estancias Infantiles,, “Contigo Mujer Transporte Seguro” y el arranque de las consultas gratuitas de “Médico Contigo” resulta una lluvia en el desierto.
También es cierto que estos primeros 120 días tuvieron sus noches de insomnio.
Y pesadilla.
El DAP, como medida antipopular y de división política, no sólo con su propio partido sino, según se cuenta, con el propio gobernador.
Fue a partir de la falta de operación política en la bancada de diputados panistas y el Ayuntamiento de Puebla que el alcalde fue arrastrado a la intervención de una controversia constitucional para exigir cobrar el Derecho de Alumbrado Público.
Cuidado.
Porque es un camino muy solitario.
Pero sobre todo, antipopular.
En donde el gobernador parece soltarlo de la mano.
El cobro de facturas con el pasado es otra postura sumamente antipopular.
Pelear con el fantasma de Claudia Rivera jamás será rentable para nadie.
Mucha más para el alcalde que tiene mucho por perder.
Tiene el ejemplo enfrente, de donde los rencores y la persecución política no han traído nada bueno, al contrario: son distracciones que actúan en contra de su propio gobierno: ahí están las declaraciones viscerales de una tesorera que ahora no atina a explicar que nunca desaparecieron 21 millones de pesos, y de que siempre si hubo dinero en las arcas municipales, o una policía municipal que arresta a jóvenes que venden calcetas, o despedir y no pagar el trabajo de los trabajadores municipales: antes de ser claudistas son poblanos que ya hicieron su trabajo y se les corrió sin darles su justa paga.
Sumar antes que dividir.
O peor: restar.
Ver hacia adelante en vez de cobrar facturas a los fantasmas.
Mucho por hacer.
Y también varias noches de insomnio por venir, si no se corrige el rumbo en las áreas que ya demostraron su incapacidad en apenas 120 días.