Compartir es amor

La columna de Érika Rivero Almazán

Poco se sabe de qué realmente ocurrió en la última visita del dirigente nacional del PAN a Puebla: a San Andrés Cholula, para ser exactos.

La versión oficial fue que el alcalde Edmundo Tlatehui invitó a Marko Cortés a un evento cultural religioso: el paseo por las calles cholultecas de la Virgen de los Remedios y a la inauguración de la feria Cultura y Tradición.

Lo versión extraoficial fue mucho más interesante.

Además del edil, los invitados fueron la primera plana del PAN poblano: Augusta Díaz de Rivera, los diputados federales Humberto Aguilar Coronado, Carolina Beauregard y Mario Riesta; así como algunos legisladores locales: Rafael Micalco, Aurora Sierra y Lupita Leal.

Ahí el presidente nacional preguntó sin tapujos:

“¿Qué está haciendo Eduardo Rivera?, ¿por qué no está haciendo giras en el interior del estado?”.

Los presentes no respondieron de inmediato.

Es decir, Marko vino a Puebla a hablar del ausente en ese momento, pero la figura más comentada en ésa semana del 9 de julio: cuando el gobernador Luis Miguel Barbosa dio el banderazo de salida de los aspirantes a sucederlo en la gubernatura para el 2024; y los barbosistas salieron en desbandada; y en el caso de la oposición, Barbosa señaló a Eduardo Rivera como el seguro contendiente del PAN para la gubernatura, porque estaba haciendo campaña desde el primer día que llegó a la alcaldía de Puebla.

Marko Cortés dejó en claro su preocupación: es hora de que Eduardo Rivera salga, si es que quiere competir y ganar la gubernatura para el 2024.

Fue entonces cuando la plana mayor puso al tanto a Marko: que no, que no va a salir; porque violaría la ley, porque necesita hacer bien su trabajo como alcalde, sin distracciones, que no es el momento, que falta mucho: dos años, que sería desgastarlo, que no puede dejar la capital para andar por ahí, ¿qué tal si le pasa lo de Luis Back? Que se tuvo que regresar en friega de su gira por Zacatlán y la Sierra Norte por el cúmulo de críticas, que sería dar pie a cualquier error insignificante para que Morena se le vaya encima… y que, pues no, que no va a salir de la capital… que aquí bastante chamba tiene.

Marko chasqueó los dientes.

Dijo no estar de acuerdo… “es un error”.

Ninguno de los presentes reviró.

Tal vez porque en el fondo de su corazón, saben que es la verdad.

El mensaje fue enviado.

Y recibido.

¿Habrá cambios en la estrategia del alcalde poblano?