También con Eduardo Rivera hubo apapacho. En su reunión independiente con el próximo edil, cerró filas.
La columna de Erika Rivero Almazán
Lo más semejante a una aplanadora: resulta que siempre sí todos, absolutamente todos los grupos panistas se apostaron, se volcaron, y recibieron casi en hombros a Marko Cortés.
Es impresionante cómo algunos personajes pueden cambiar de opinión tan rápido.
No sólo el grupo de la presidenta Genoveva Huerta respaldó a Marko con 5 mil 200 firmas de simpatizantes que apoyan su reelección, sino también el Yunque y el alcalde electo Eduardo Rivera Pérez.
Como una gran familia feliz.
La actitud de Puebla se replica en otros estados: en términos reales Marko va solo por la reelección de la dirigencia nacional de su partido. Y en su visita a tierras poblanas plantó la semilla de su mensaje para asegurar la unión que requieren los azules aldeanos, que de repente no parecen ponerse de acuerdo: la reelección en Puebla es una realidad. Marko respaldó a Genoveva Huerta con una negativa que todos entendieron: la equidad de género no es un traje a la medida para la actual presidenta, es un traje a la medida para las mujeres poblanas panistas que tanto han trabajado para merecerlo.
Y a juzgar por los hechos, para Marko, la primera en merecerlo es Genoveva.
Y nadie lo contradijo: ni Ana Teresa Aranda, por supuesto. Esta vez no hubo exabruptos ni adjetivos ácidos.
Nada. Pura cabecita obediente afirmativa, silencio, sonrisa y aplauso.
Pero también con Eduardo Rivera hubo apapacho. En su reunión independiente con el próximo edil, cerró filas.
Pero las buenas noticias, las mejores, las recibió cuando le presentaron un escenario electoral posible: ganar la presidencia municipal de San Martín Texmelucan. Son muchas las voces que repiten como un hecho que es insostenible la victoria de la morenista Norma Layón Aarun y que se repetirá la elección.
Es tanta la seguridad en este hecho, que los panistas ya tomaron cartas en el asunto y se blindaron para la segunda vuelta electoral al incluir, ahora sí, al PRI en la alianza por ganar ese municipio estratégico, tanto por su ubicación como su alto movimiento comercial.
El mensaje es tan claro que no tuvieron empacho en enviar por redes sociales las fotos que evidencian la conjura: Genoveva Huerta, Eduardo Alcántara, Néstor Camarillo, Carlos Sánchez y, por supuesto, Edgar Salomón Escorza, el candidato escoltado por el PAN-PRD-PSI, y que por un error de cálculo imperdonable no incluyó al PRI en la nomenclatura, lo que le costó ser relegado al segundo lugar por sólo 166 votos, ya que Abraham Salazar Pérez, candidato de Movimiento Ciudadano se alzó con el triunfo por la diferencia de ése número de votos, solito, con poco presupuesto y sin más cobijo que las siglas de su partido.
Así que la verdadera competencia a vencer, si es que la elección se repite, no es Norma ni Morena: es Abraham y el movimiento naranja.
Así que si Salomón Escorza realmente quiere ganar, no puede darse el lujo de volver a equivocarse: debe de ir con el PRI, para evitar que el candidato naranja lo vuelva a rebasar por la derecha.
Están a la espera, y listos para actuar.