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La columna de Fernando Manzanilla

El agua, elemento vital para la supervivencia de la humanidad, está enfrentando una crisis preocupante en muchas partes del mundo. Cerca de una quinta parte (1,200 millones) de la población mundial de 6 mil millones de personas, habita en áreas que enfrentan escasez y otro cuarto de la población mundial (1,600 millones) enfrenta recortes en el suministro debido a que carecen de la infraestructura necesaria para tomar agua de los ríos y acuíferos. 

En este sentido es que la escasez de agua afecta aproximadamente al 40% de la población mundial y, según predicciones de Naciones Unidas y del Banco Mundial, la sequía podría poner a 700 millones de personas en riesgo de desplazarse para 2030.

Esto se proyecta en que las crisis del agua han estado casi todos los años desde 2012 entre los cinco primeros peligros de la lista de Riesgos Globales por Impacto del Foro Económico Mundial.

Son muchos los factores que impactan esta problemática, sin embargo, la escasez de agua puede empeorar a causa del cambio climático, especialmente en zonas áridas y semiáridas, que ya de por sí presentan estrés hídrico.

Al respecto, la propia ONU ha vaticinado que las sequías se duplicarán para 2050, lo cual amenaza la disponibilidad y calidad del agua a nivel global, ya que éstas tienen múltiples causas interconectadas que incluyen el cambio climático, el crecimiento poblacional, la sobreexplotación del agua y la deforestación. 

Desafortunadamente en nuestro país, con su creciente población, la urbanización no planificada, la agricultura intensiva y el cambio climático, se ejerce una gran presión sobre los recursos hídricos. Por lo que no debe escapar de nuestro radar que como mexicanos afrontamos desafíos significativos en términos de disponibilidad, acceso y calidad del agua. 

Precisamente, uno de los factores más preocupantes es la reducción y variación en las precipitaciones en el país. En este sentido la propia CONAGUA ha dado a conocer que en junio de 2023 a nivel nacional llovió 61 % menos en relación con el promedio del mismo mes de 1991 a 2020. Con relación al estado de Puebla, este organismo ha señalado que 47% de los municipios presentan sequía. 

Aunado a ello, investigadores de la Universidad Iberoamericana han dicho que, en el caso de nuestra entidad, el agua que se consume cotidianamente proviene del acuífero del valle de Puebla, el cual según estudios independientes está siendo llevado más allá del límite de su capacidad.

Estos problemas se ven exacerbados por factores como el crecimiento poblacional, la sobreexplotación de los acuíferos, la contaminación de los cuerpos de agua y la falta de infraestructura adecuada.

Por ello nadie duda que es urgente tomar acción concertada a nivel gubernamental, comunitario y empresarial. Se necesita una gestión integral del agua que abarque la conservación, la captación de agua de lluvia, la reutilización y el tratamiento de aguas residuales. Esto implica la implementación de políticas efectivas y la coordinación entre diferentes niveles de gobierno, así como la participación activa de la sociedad civil y el sector privado.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructura hídrica adecuada, incluyendo sistemas de tratamiento de aguas residuales, plantas potabilizadoras, redes de distribución eficientes y sistemas de almacenamiento de agua. Esto ayudará a garantizar un suministro confiable de agua potable y a reducir la contaminación de los recursos hídricos.

Dado que el cambio climático está afectando la disponibilidad y distribución del agua, es necesario desarrollar e implementar estrategias de adaptación que incluyan la gestión de riesgos, la conservación de ecosistemas acuáticos y la promoción de prácticas agrícolas resilientes.

También es crucial establecer regulaciones sólidas para proteger los recursos hídricos y garantizar su uso sostenible. Esto debe ir acompañado de un cumplimiento estricto de las leyes y sanciones para aquellos que contaminen o malgasten el agua.

En este sentido, es muy importante promover la educación y la concientización sobre la importancia del agua y la necesidad de conservar este recurso preciado. Esto incluye campañas de sensibilización pública, programas educativos en escuelas y capacitación para agricultores y empresas sobre prácticas sostenibles de uso del agua.

Ante este escenario que nos interpela, mi llamado es no dejar para mañana lo que debemos hacer hoy en Puebla desde un enfoque integral que aborde tanto la escasez como la contaminación del agua, y que promueva la equidad en el acceso y la gestión sostenible de este recurso vital.