La columna de Martha Corona
Todos los seres humanos tenemos sueños, metas y propósitos. Si comparamos la vida con una carrera, las personas convencionales, es decir sin discapacidad estarían en la pista libre y las personas con discapacidad en la carrera con obstáculos; sin lugar a duda la gran mayoría llegarán a cumplir sus metas, a las personas con discapacidad les llevara más tiempo hacerlo debido a las barreras tanto arquitectónicas como sociales.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, es el tratado internacional de la ONU destinado a proteger sus derechos y su dignidad. México fue el primer promotor de la Convención y su Protocolo Facultativo, reconoce a las personas con discapacidad como iguales ante los demás en materia de derechos y compromete a los Estados a velar por su cumplimiento.
El Artículo 9 de dicha Convención cita: A fin de que las personas con discapacidad puedan vivir en forma independiente y participar plenamente en todos os aspectos de la vida, los Estados Partes adoptarán medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, al entorno físico, el transporte la información y las comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la información y las comunicaciones y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales. Estas medidas, que incluirán la identificación y eliminación de obstáculos y barreras de acceso, se aplicarán a: los edificios, las vías públicas, el transporte y las instalaciones exteriores e interiores como escuelas, viviendas, instalaciones médicas y lugares de trabajo.
Por leyes y tratados no paramos, hace falta voluntad política para que no sean letra muerta, nos asiste el derecho a la accesibilidad, por tanto hago un llamado a los distintos niveles de gobierno, Federal, Estatal y Municipal para generar acciones que nos permitan el libre acceso en igualdad de condiciones a todas las personas.