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La columna de Juan Rodolfo Rivera Pacheco

Como cada proceso electoral de las últimas dos décadas, las mediciones demoscópicas (encuestas) de preferencia pre-electoral se han convertido en un elemento indispensable para el nuestro sistema democrático. Y año con año aumenta el protagonismo de las mismas, promovido por los medios de comunicación, que a veces malinterpretan su utilidad y de plano pervierten su uso.

Hemos explicado hasta el cansancio que las Encuestas de preferencia pre-electoral NO son instrumentos para predecir resultados de una contienda. Solo miden el sentir u opinión de una muestra representativa de una población determinada (nacional, estatal, municipal, distrital) en el momento del levantamiento de los cuestionarios y los datos obtenidos tienen vigencia temporal y pueden acercarse más o menos al resultado de la elección (mientras más cercano esté en tiempo). Las encuestas no predicen resultados, pero para los candidatos, partidos y sus equipos de campaña, son una herramienta invaluable para ver cómo se está desarrollando la contienda, para ver qué se está haciendo bien, corregir errores, mejorar estrategias y ubicar zonas donde esté bien o mal posicionado el aspirante al cargo de elección popular.

En el proceso electoral que se avecina en Puebla y todo el país para 2024, las Encuestas se han convertido en el elemento protagónico. Máxime si el partido con mejores preferencias al momento actual (en todas las encuestas serias), o sea MORENA y sus aliados, ha dictaminado que todas sus candidaturas se definirán por… Encuestas. Y las demás opciones también las están usando para medir en dónde se encuentran al momento actual en preferencias. Vamos, 2024 será la elección de las encuestas, de plano.

Por eso es bueno aclarar su utilidad y también ubicar perfectamente las metodologías válidas y certeras para conocer preferencias partidistas al momento actual. Lo digo y lo repito: La mejor y más certera forma de conocer preferencias partidistas o intención de voto por candidatos son las Encuestas realizadas cara a cara, en domicilios o puntos de muestreo que respeten el filtro de la sección electoral, a muestras verdaderamente representativas de una comunidad o área geográfica (reitero: nacional, estatal, distrital, etc.).

¿Sirven o no las encuestas telefónicas? Son ejercicios rápidos y económicos (para quien los realiza), orientan un poco sobre tendencias pre-electorales, pero NO son la metodología más certera para ello. Por la simple y sencilla razón de que dejan fuera de la muestra a todos aquellos que no cuentan con teléfono al momento del levantamiento de los cuestionarios, además de que el encuestador nunca estará seguro de que el sujeto encuestado cumple con los requisitos para ser considerado dentro de la muestra (edad, domicilio, que efectivamente sea del lugar donde contesta, etc.).

Se han estado publicando muchas “encuestas” telefónicas en Puebla en las últimas semanas. Pero para mi experiencia no son del todo confiables. Realizan apenas 400 llamadas en TODO el Estado (cuando en numerosos municipios la inmensa mayoría de la población NO cuenta con teléfono) y publican resultados “contundentes” aunque muy poco verificables. Pero sabemos que hay revistas y medios impresos que venden esos resultados a políticos que compran la portada de los mismos. Y ya han sido exhibidos varios de ellos. Lo sé, lo saben… lo sabemos.

Pero bueno. Todo es parte de nuestra democracia actual. Habrá muchísimas publicaciones de encuestas en los próximos meses. Cada quien sabrá a quién creerle. Es parte del juego. Pero por favor, no insulten la inteligencia y los comentaristas de los ejercicios (periodistas y/o columnistas que la mayoría de ocasiones no tienen idea de lo que es realmente un ejercicio demoscópico-estadístico), no los malinterpreten ni los manipulen para favorecer a algún candidato por encargo. Todos nos damos cuenta. Por favor.

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