La columna de Erika Rivero Almazán
Mientras la encuestadora Campaigns & Elections México califica en el puesto número 7 al alcalde de Puebla, Eduardo Rivera Pérez con una aprobación del 65.8 % en un ranking entre las 60 ciudades más importantes del país; otro estudio muy similar realizado por Mitofsky en el mismo mes de febrero ubica al gobierno municipal de Puebla en el lugar 21, con una aprobación del 40.5 %.
La coincidencia entre C&E y Mitofsky es que el primer lugar es ocupado por el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, la revelación política de los últimos años, con una aprobación del 64 %.
Y respecto a Puebla, es que ambas destacan el trabajo del alcalde de Puebla.
Una mucho más que otra, por supuesto.
Si nos vamos por los números que ambas empresas demoscópicas aplican a la ciudad de Puebla, podemos concluir que en el arranque del panista Eduardo Rivera no va mal.
Al contrario.
Los números y la aceptación lo colocan en una posición cómoda, por varias razones: el beneficio de la duda y el comparativo inmediato, que dicho sea de paso, me atrevo a asegurar que existe una opinión generalizada entre los poblanos capitalinos: la anterior administración morenista de Claudia Rivera lo hizo muy mal.
Y dejó un decepcionante sabor de boca.
Así que en el comparativo, Eduardo Rivera sale bien librado.
Hasta en hombros.
Un tercer factor que acompaña esta ola en pro de su administración es un antídoto eficaz: la seguridad que es la carta fuerte de la alianza PAN-PRI-PRD para la candidatura a la gubernatura en el 2024.
De ahí que desde ahora los esfuerzos y las alianzas se estén amarrando desde ahora.
Rivera es plan A.
No existe un plan B.
Esto lo posiciona como el favorito, alrededor del cual se van a ir acomodando el resto de los puestos electorales, los cuales ahí sí será un verdadero desafío: desde la selección interna hasta cruzar a sus seleccionados con cada partido.
Sin embargo, el sólo hecho que no exista un plan B, coloca a Acción Nacional y a toda la alianza en una abierta desventaja.
Muy peligrosa desventaja.
¿Y si algo llegara a salir mal?
La pregunta es válida porque eso ya le pasó al PAN, con Rafael Moreno Valle y su proyecto transexenal llamado Martha Erika Alonso.
Lo improbable, ocurrió.
Lo impensable, pasó.
De ahí el desplome de Acción Nacional y la victoria de Luis Miguel Barbosa, abanderado por MORENA: sólo la tragedia pudo abrirle la puerta a la gubernatura.
¿El Pan estará cometiendo el mismo error?
Y no porque vaya a ocurrir otra tragedia, sino ¿qué pasaría si Eduardo Rivera decidiera no competir por la gubernatura y decidiera permanecer en el ayuntamiento de Puebla?, ¿o la alianza PAN, PRI y PRD no se mantuviera en el 2024?
Optar por poner todos los huevos en una sola canasta no es lo recomendable.
Y menos en una elección tan adelantada como esta.
En donde 2 años en poco tiempo, y en muchísimo para que pueda ocurrir… todo.