La columna de Fernando Manzanilla
El calentamiento global es un fenómeno que ha impactado al mundo de diversas maneras, afectando patrones climáticos, ocasionando eventos meteorológicos extremos y generando cambios significativos en el medio ambiente.
En México, una de las manifestaciones más evidentes de este fenómeno es la presencia de inviernos inusualmente cada vez más cálidos, un hecho que ha despertado la preocupación entre científicos y ciudadanos por igual.
De acuerdo con los especialistas, el calentamiento global es esencialmente causado por la acumulación de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2) y el metano, en la atmósfera.
Estos gases son liberados principalmente por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la industrialización. A medida que estos gases aumentan, crean una capa que retiene el calor en la atmósfera, contribuyendo al aumento de las temperaturas globales.
En México, la urbanización acelerada, la expansión de áreas urbanas y la deforestación contribuyen a la creación de «islas de calor», donde las áreas urbanas experimentan temperaturas más altas que las zonas rurales circundantes.
Es así que en el país este fenómeno se manifiesta de diversas maneras, siendo uno de los cambios más notorios el aumento de las temperaturas durante la temporada invernal. Aunque la concepción común es asociar el invierno con temperaturas frías, en los últimos años, se ha observado un incremento en la frecuencia y la intensidad de inviernos anormalmente cálidos.
Por ello, no es sólo percepción el sentir que cada vez la temporada de frío es más corta o bien menos gélida.
Incluso, el propio Servicio Meteorológico Nacional (SMN) vaticinó para este invierno que si bien el norte y el noreste del país experimentarían temperaturas mínimas por debajo del promedio histórico debido a los frentes fríos, así como a sus masas de aire y tormentas invernales, en el sureste y algunas regiones colindantes las temperaturas serían “ligeramente más altas de lo habitual”.
El aumento de las temperaturas invernales afecta también a la biodiversidad, ya que especies vegetales y animales que dependen de condiciones específicas de temperatura y humedad pueden enfrentar desafíos para su supervivencia. Además, cambios en los patrones climáticos pueden alterar los hábitats naturales y las migraciones de diversas especies.
A nivel global, las anomalías climáticas también han sido destacadas. El propio secretario de las Naciones Unidas, Antonio Guterres ha advertido que “ha terminado la era del calentamiento global y ahora ha llegado la etapa de ebullición global”. Esto se suma al anuncio de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) de que julio de 2023 fue el mes más cálido registrado por la humanidad y estimó que el mundo supere el nivel de 1.5 grados Celsius de calentamiento global en los próximos 5 años.
Y es que, aunque el calentamiento global es un fenómeno global, es imperativo que nuestro país trabaje en estrategias de adaptación y mitigación de factores locales que permitan mitigar sus efectos.
Una de las principales acciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es la transición hacia fuentes de energía renovable. México tiene un gran potencial para la energía solar y eólica, y la inversión en estas tecnologías puede disminuir la dependencia de combustibles fósiles, contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático.
La pérdida de bosques y la degradación del suelo son factores que contribuyen también a la crisis climática. Implementar programas de reforestación y conservación de ecosistemas ayuda a capturar carbono, preservar la biodiversidad y mantener el equilibrio climático.
Asimismo es crucial reducir las emisiones de gases contaminantes provenientes del transporte, por ello se debe incentivar el uso de vehículos eléctricos, mejorar el transporte público y fomentar la movilidad activa, como caminar y andar en bicicleta.
Desde luego, la formulación de políticas ambientales sólidas, la aplicación de regulaciones estrictas sobre emisiones y la promoción de prácticas sostenibles son pasos esenciales para abordar el cambio climático y sus efectos, así como que la población en general adoptemos prácticas sostenibles en la vida diaria, desde la reducción del consumo de energía hasta la gestión adecuada de residuos.
Necesitamos tener en claro que sólo a través de un esfuerzo colectivo y la implementación de medidas sostenibles podremos revertir los efectos del calentamiento global y preservar un entorno saludable y equilibrado para las futuras generaciones.