Juan Rodolfo Rivera Pacheco
Esta semana cumplen un año de gestión los Presidentes Municipales del Estado de Puebla. Todos están o estarán dando sus respectivos Informes de labores en estos días, como lo marca la ley. Y electoralmente hablando, a un año de labores, ya se empiezan a gestar estados de opinión pública que aprueban o desaprueban el trabajo de los Alcaldes (esas).
Lo hemos dicho mucho, el Municipio es el área de gobierno que más cercana tiene la población. Todos conocemos a nuestro Presidente Municipal y todos nos damos cuenta de su trabajo y aciertos o de su ineficiencia o excesos en cuanto a corrupción.
La gente sabe si un Alcalde está trabajando, pues experimenta cotidianamente cómo están los servicios públicos que brinda un Ayuntamiento, la seguridad pública que exista en el entorno, las obras públicas que se están realizando. Máxime si son localidades pequeñas (de menos de 10,000 habitantes o incluso hasta 20 o 30 mil). Todos se enteran si el Presidente está cumpliendo lo que prometió en campaña, todo el pueblo sabe si ya se compró camioneta nueva, todos mundo se entera si su vida se ha transformado y ahora gasta en lujos u ostentaciones.
A lo largo de los casi 27 años que tenemos haciendo estudios demoscópicos en el BEAP, he conocido personalmente primero a candidatos a Alcaldías y luego a Presidentes Municipales en funciones. Y siempre nos llama la atención que no pocos, cambian su estilo de vida y su comportamiento, amparados en la creencia de que 3 años es una eternidad y que pueden gastar el erario a su libre decisión y arbitrio. Hay mucha impreparación en muchos Alcaldes. Muchos no tienen idea de qué es un presupuesto o un plan de desarrollo y mucho menos saben cómo llevar a cabo todos los procesos en cuanto a rendición de cuentas y transparencia del ejercicio presupuestal… y tampoco les interesa tanto.
Reitero, muchos creen que el cargo les durará un gran lapso y… quieren vivir y experimentar lo que nunca habían soñado. El problema es que el puesto dura bien poco y cuando menos se lo esperan, ya tienen que dejarlo. Y más ahora que se ha prohibido nuevamente que se reelijan (bueno, en 2027 aún podrán, pero en 2030 ya no).
Lo he comentado mucho también: Me llama la atención que muchos Alcaldes que dejan el cargo, en poco tiempo ahora son “empresarios” y “constructores”, cuando antes de ocupar el puesto jamás habían tenido empresa o constructora alguna.
Pero bueno. Ya cumplen un año de gestión los Alcaldes de Puebla. Y la gente ya tiene una idea más o menos certera de cómo están trabajando… o no. Y es en el entorno municipal donde se origina la preferencia electoral-partidista más natural y espontánea por parte de la población. La gente responde de inmediato en las encuestas si aprueba o desaprueba el trabajo de su Presidente Municipal y normalmente eso también se traduce en preferencia partidista (reelección todavía o para el candidato de su partido a la Alcaldía).
Un Alcalde bien evaluado por la ciudadanía necesariamente beneficia a las preferencias hacia su partido. Lo contrario se traduce en voto de castigo hacia la opción partidista que gobierna. Un mal Alcalde perjudica a quien sea candidato (a) de su partido. El Municipio es pues, el eslabón más débil de las preferencias partidistas, porque la población sí sabe lo que hace o no hace la autoridad municipal (a nivel estatal o federal es más complicado enterarse de todo).
Hoy, los Municipios más importantes del Estado están gobernados por Alcaldes provenientes de MORENA y/o sus partidos aliados (MORENA 55, PVEM 28 y PT 25), el PRI gobierna 32; el PAN 18; Nueva Alianza 13; Fuerza México 12; PRD aún gobierna 12; PSI 10; MC 7 y candidatos independientes 2.
A un año de gobierno, ¿cómo estarán evaluados todos esos Alcaldes (esas)? ¿quién logrará reelegirse? ¿en dónde habrá voto de castigo para el partido del que gobierna? ¿en dónde habrá alternancia?
Los inteligentes están ya midiéndose. No para autocomplacerse y ver (falsamente) que son “el mejor Alcalde”, sino para ver en qué y dónde hay que corregir acciones gubernamentales, cuáles son los problemas que más aquejan a la ciudadanía, qué quiere realmente la gente… Quien lo hace (a un año de gestión) está a tiempo de enderezar el rumbo de su gobierno o bien continuar con aciertos. Faltan dos años de labores, pueden corregir errores y resaltar aciertos. Después ya es muy tarde. Es realmente difícil que un Alcalde recupere la confianza de la ciudadanía, si no ha hecho más que tonterías. Cuando hay elecciones vienen los arrepentimientos.
Entonces, la mejor y verdadera forma de comprobar que se está haciendo o se hizo un buen gobierno es con el resultado de la próxima elección municipal. Ya no se puede engañar a la ciudadanía. Y menos en el entorno político más cercano que tenemos.
Faltan ya menos de dos años (un año 8 meses) para que vuelva a haber elecciones. Pronto veremos quién hizo buenos o malos (o pésimos) gobiernos municipales.
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