La columna de Juan Rodolfo Rivera Pacheco
La muerte del Papa Francisco es un acontecimiento que influye en no pocos ámbitos en el mundo y… en México. La Iglesia Católica cuenta con unos 1,400 millones de fieles (que se reconocen como tales, sean o no practicantes de sus normas y tradiciones) en todo el planeta y hay más o menos otros 1,000 millones de cristianos no católicos, de diferentes denominaciones. Ciertamente, la católica no es la religión mayoritaria mundialmente, pero sí es la que ha marcado la evolución histórica de la civilización “cristiana occidental”, a la que pertenecemos como país (nos guste o no).
En México, de acuerdo al Censo 2020, hay un 78 % de habitantes que se declaran católicos (un 91% se declara “cristiano” de alguna denominación no católica, y el resto manifiesta no tener religión específica). En otras palabras, casi 100 millones de mexicanos se declaran católicos, por lo que sí consideran al Papa como su líder eclesiástico mundial. Por esa razón es oportuno hablar del tema de la sucesión papal, un poco por el tema religioso, pero también por su aspecto sociológico y cultural en nuestro país.
Todos sabemos que la Iglesia Católica es la Institución que procura guardar y difundir las enseñanzas de Jesús, Dios y hombre para los creyentes. Aunque su Doctrina no solo es lo que Jesús enseñó en su tiempo de vida, sino también todo lo que han escrito y complementado sus líderes e intelectuales (desde luego los Papas, los apóstoles y personajes como San Agustín, Santo Tomás de Aquino y un largo número de pensadores cristianos). Que las enseñanzas de todos ellos sean obligatorias (dogmas de fe) para los que dicen ser católicos, ya es una cuestión personal y de conciencia. Creo siempre que si dices pertenecer a una organización cualquiera lógicamente debes respetar sus normas y preceptos, no por obligación sino por convicción. Si no te gustan, pues entonces no pertenezcas a ella. Es tan fácil.
Y comento lo anterior porque efectivamente, la Iglesia Católica a lo largo de los siglos ha defendido las enseñanzas de Jesús, que en resumen son preceptos que respetan al ser humano en toda su extensión. Que haya habido errores o excesos (las “Cruzadas” o las “Conquistas” con el pretexto de la imposición de la religión, por ejemplo) es un hecho también, desgraciadamente. Pero en general, sus líderes espirituales (Papas, Obispos y Sacerdotes en general) han intentado difundir una religión de amor al prójimo, como Jesús lo enseñó.
Ahora bien, el Papa Francisco fue un guía bueno y abierto a la realidad del mundo contemporáneo. Abordó temas que otros Papas no habían querido tocar, como la situación espiritual de personas homosexuales o divorciados, que es un hecho que existen. Propuso con nobleza no separarlos de la Iglesia por decreto y mucho menos perseguir a nadie. Abrir la Iglesia a todos los seres humanos. Y desde luego, Francisco criticó los excesos y lujos con los que muchos padres y Obispos viven. Habló y fuerte de las injusticias sociales, de atender a los que menos tienen y apoyarlos por un acto de compromiso cristiano. Criticó duramente la concentración de la riqueza del mundo en tan pocas manos.
Y todo lo anterior, por supuesto, hizo que muchos sectores “conservadores” de la Iglesia lo criticaran y lo tacharan de ser “de izquierda”, lo cual es falso.
Pues ahora vendrá el “Conclave” para elegir a un nuevo Sumo Pontífice. Es evidente que hay dos bandos de Cardenales (135 que votarán a puerta cerrada): Los que están de acuerdo con Francisco (él mismo nombró a la mayoría de ellos, quizás más de 100) en la apertura social de la Iglesia y los “conservadores” que quieren regresar a los radicalismos y cerrar nuevamente la Institución a todo lo que suene a “liberal”.
Veremos qué corriente prevalece en la votación cardenalicia. Creo francamente que hay mayoría de Cardenales que son seguidores de la apertura de Francisco. Ojalá el Papa electo sea uno de ellos, independientemente de su nacionalidad o color de piel.
Y en México, que la Iglesia Católica sea de guías con sentido social, congruentes con lo que Jesús enseñó y que promuevan una religión de amor y respeto para todos. De lo contrario, seguirá perdiendo fieles año con año.
Vienen nueve días después del entierro del Papa Francisco. Eso quiere decir que la próxima semana seguramente comenzará el Cónclave. A ver qué deciden.
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