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La columna de Erika Rivero Almazán


La herencia trágica del Centro Histórico a la nueva administración municipal no sólo será un desafío: será tan complejo como apagar las llamas del mismo infierno: la pandemia, si, la pandemia, pero también el margen de error humano es tan amplio que no el camión de bomberos fue insuficiente para reducir el fuego: simplemente el elemento se expandió hasta acabar con todo a su paso: vida comercial, turística, arquitectónica y, en cambio, la proliferación de la prostitución y del ambulantaje que lo devalúa todo.

Digámoslo con todas sus letras: el Centro Histórico está pa´ llorar.

Apenas se sustenta en sus viejas glorias con su hermosura nata, cubierta por la ceniza de la indiferencia, la demagogia y el colapso económico.

Vayamos a los números fríos.

  1. De los 10 mil comercios establecidos en el Centro Histórico, mil 500 quebraron, esto significa que no volverán abrir en ningún semáforo de la pandemia, terminando con el sustento de 6 mil familias poblanas que desde este momento tendrán que reinventarse para poder sobrevivir.
  2. No hubo un respaldo de las autoridades a los comerciantes establecidos: dar 500 apoyos de 10 mil pesos cada uno, a fondo perdido, no fue una ayuda real para los comerciantes ni “salva negocios”, pues apenas y alcanzaría para pagar la luz en un bimestre, por ejemplo. Sin mencionar que 500 comercios para un universo de 10 mil, fue muy pequeño.
  3. Además, los pocos que obtuvieron este beneficio, no podían obtener un crédito, porque, según esto, ya contabas con una ayuda.
  4. La decisión de cerrar por tantos meses debido a la pandémica el paso vehicular y peatonal en el Centro fue un error. Había formas menos drásticas para seguir las normas sanitarias sin paralizar la vida comercial y hasta turística.
  5. No hubo acciones concretas por parte de la autoridad para regular el comercio informal, al contrario, mientras los empresarios estaban obligados a cerrar sus cortinas, los ambulantes contaron con toda la libertad para instalarse y propagarse en las calles del Centro. Ellos nunca cerraron, en una franca competencia desleal.
  6. Actualmente, reportes del Consejo de Comerciantes del Centro Histórico, detallan que los empresarios que siguen abiertos, ya perdieron el 60% de su capital (no de sus ganancias, esas no existen desde hace casi un año), lo que los está obligando de deshacerse de su patrimonio personal: venta de casas, terrenos, autos, en fin, esto con la intención de inyectarle liquidez a su negocio y no cerrar. Y con todo, ya hizo su negocio más pequeño y despidió a más del 50% de su personal.
  7. Otro dato que arroja el Consejo es que las ventas se reportan en un 55% a comparación de antes de que empezara la pandemia, pero esto dato no es tan bueno: ya venían las ventas muy bajas por el sismo.
  8. Las autoridades se mostraron indolentes ante la situación de los comerciantes: los obligaron por 9 meses a cerrar, pero les cobraron al 100% todas sus obligaciones fiscales y administrativas, es decir, les siguieron cobrando la totalidad por el servicio de basura, luz, permiso de funcionamiento, del predial, etc.
  9. Con todo este escenario, ahora cierran la plancha del zócalo por obras, para levantar el adoquín. Después de tantos meses de inactividad económica y turística, se vuelve a colapsar el corazón económico y turístico del estado.
  10. Pero lo que sí hay sobredemanda en el Centro Histórico es de sexoservidoras, a cualquier hora del día, así como doble banqueta ocupada por comerciantes ambulantes.
  11. Las medidas se seguridad en esta zona es insuficiente: la zona norponiente del Centro ya no funcionan las cámaras de videovigilancia.
  12. Ahora con la posibilidad de un tercer brote de la pandemia, no hay un plan de apoyo para este sector. El panorama es incierto, terrorífico.
  13. Si no se reactiva pronto la economía del Centro Histórico, peligra con un colapso. Y la verdad es que no está tan difícil ni es inventar el hilo negro: que se reabra la circulación de todas las calles, incluyendo la del zócalo, reactivar las cámaras de videovigilancia y poner a más policías vigilando las calles, que bien iluminadas y con las banquetas despejadas de ambulantes, la gente se sentirá con mayor confianza para recorrerlas, tanto a los turistas como a quienes van a comprar o a pasear para comer, y por último y más importante, ayudar al sector productivo con descuentos en luz, basura, predial y en las licencias de funcionamiento, ¿quién estaría en condiciones actualmente de pagar hasta 30 mil pesos por una carpeta de protección civil?, regular el comercio ambulante y la prostitución en la zona, que actualmente está devastada.