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Para lograr la sinestesia, en el cerebro se conectan dos sentidos de manera automática. Es una percepción constante que se debe a conexiones fijas en el cerebro, recalcó la experta.

Redacción Los Conjurados

El cerebro es un órgano complejo que no deja de sorprendernos. Tiene múltiples conexiones entre sus diversas áreas, y aunque presentan generalidades a nivel de todos los seres humanos, éstas varían y no son idénticas en cada individuo, afirmó María Concepción Morán Martínez, profesora de la Facultad de Psicología (FP) y pianista ejecutante.

Dichas conexiones cerebrales a veces producen una condición singular llamada sinestesia, una variación de la percepción humana por la que es posible imaginar un color al oír una nota musical, ver una determinada imagen al escuchar un sonido e incluso apreciar una textura al saborear algo.

De acuerdo con Morán Martínez, entre 2 y 4 por ciento de las personas en el mundo tienen esta condición, y es más frecuente entre los artistas, quienes la han experimentado combinando música y pintura o música y danza, aseguró en su conferencia apoyada en ejercicios artísticos que mezclan sonidos y colores para demostrar esta característica.

Durante la charla de divulgación “Sinestesia: ver sonidos y escuchar colores”, ofrecida en la Sala de Química de Universum, Museo de las Ciencias a propósito de la Semana Internacional del Cerebro (que ese recinto conmemora del 15 al 19 de marzo), Morán Martínez explicó que la sinestesia se debe a una activación cruzada de áreas adyacentes del cerebro que procesan diferentes informaciones sensoriales.

Para lograr la sinestesia, en el cerebro se conectan dos sentidos de manera automática. Es una percepción constante que se debe a conexiones fijas en el cerebro, recalcó la experta.

Ejemplos

Dichas percepciones (y no meras asociaciones) fueron ejemplificadas por la especialista mediante videos con material experimental de algunos músicos y pintores que vivieron con esta condición de sinestetas.

El primer caso que mencionó la ponente fue el del pintor ruso Vasili Kandinski, quien en un ejercicio lúdico descompuso uno de sus cuadros separando varios de sus elementos, los cuales parecían cobrar vida propia al escucharse una determinada música. “Kandinski decía que pintaba música”, señaló Morán Martínez.

Un amigo del pintor fue el músico austriaco Arnold Schönberg, a quien el juego de la música le podía evocar ciertas figuras geométricas.

El compositor y pianista ruso Alexander Scriabin utilizó su condición de sinesteta en su innovadora manera de hacer música, convirtiéndose en uno de los representantes del atonalismo libre.

Otro artista con esta condición fue el compositor y organista francés Olivier Messiaen, quien puso en práctica la sinestesia, asociando en su caso la música y el canto de los pájaros, por los que sentía fascinación.

Para finalizar, la académica recomendó escuchar música desde niños y dar rienda suelta a esa evocación de diversos estados emocionales que aquélla produce.