La columna de Érika Rivero Almazán
Nadie pela a las Nenis.
Y lo más lamentable es que muchas mujeres que fueron candidatas (y muchas ganaron) en este pasado 6 de junio, jamás se les ocurrió abrazar esta bandera durante su campaña, cuando Las Nenis responden a un fenómeno social actual que involucra a más de 13 millones mujeres en todo el país, y que por supuesto que necesitan de un respaldo social, económico, político y legislativo para su protección y procuración de justicia.
Pero aunque los partidos políticos y gobiernos federal, estatal y municipal hacen un esfuerzo para cumplir con la equidad de género y abrir plazas y candidaturas para mujeres, está comprobado que las que llegan a una diputación o secretaría, no responden a cubrir las necesidades de su género, es decir, no gobiernan con una perspectiva de género, y se limitan o a cumplir con el mandato de un hombre o a sostener una visión completamente masculina en la gobernanza.
Y dan la espalda a su propio género.
Para muestra, un botón: Las Nenis.
En Puebla, no escuché a ninguna mujer que siendo candidata integrara a su campaña un programa de mejoras para Las Nenis.
¿Por qué?
Doloroso y siniestro.
Porque una política debe estudiar y reflejar los fenómenos sociales de su comunidad para representarlos después en el gobierno, darles respuesta y solución. Hacer visible una problemática por la que transitan millones de mujeres hoy en día.
Y ahora, ninguna mujer en la política poblana está haciendo esto.
Me explico:
Las Nenis fueron una reacción de las mujeres que, tras la pandemia, se quedaron sin trabajo o sin método de subsistencia económica, así que, de las cenizas de la frustrada economía mexicana, nacieron Las Nenis: mujeres que integraron sin orden ni método una tribu urbana y tomaron las herramientas digitales, sobre todo redes sociales y WhatsApp y las adaptaron para satisfacer su urgencia económica: así vendieron en línea todo tipo de productos o manualidades: desde bisutería, ropa, zapatos, maquillajes, cremas, jabones, manualidades, repostería, plantas, productos orgánicos… y todo lo que la imaginación y la necesidad diera para comercializar.
En menos de un año ya son 13 millones 377 mil mujeres que se consideran Nenis, y que provocan una derrama económica de 9.5 millones de pesos diarios, beneficiando a 30 millones de hogares, de las cuales, la mayoría dependen al 100% de ellas.
Aunque son un ejemplo de productividad empresarial, la respuesta machista para denostar este movimiento fue casi inmediato: el calificativo fue “Las Nenis”, un comparativo peyorativo como “Las mamás luchonas” o las feminazis”.
¿Triste?
Sí, y mucho.
Porque en vez de reconocer, aplaudir y alentar a estas mujeres inteligentes y proactivas, la aplastante crítica masculina fue menospreciarlas, al grado de que entre los varones es un insulto calificar al otro como “Nenis”.
Como si esto no fuera poco, los gobiernos de todo el país hacen oídos sordos a este fenómeno social y económico.
Ni las oyen ni las ven.
Y son más de 13 millones, cuyas reacciones en redes sociales alcanzan el 84% de aprobación por parte de sus consumidores, mientras que 80% de los mexicanos en general ya compra en línea.
Es decir, el modelo es un éxito, sin la menor duda.
Entonces ¿por qué los gobiernos no las voltean a ver, cuando son muchas las adversidades que deben enfrentar a diario?
Por ejemplo:
- 7 de cada 10 microemprendedoras digitales carecen de puntaje crediticio para acceder a los créditos bancarios tradicionales.
- Por eso, 8 de cada 10 de Las Nenis se mueven bajo el esquema del comercio informal.
- Por el método de contacto y entrega del producto, el riesgo a su personal suele ser alto, ya que muchas veces no conocer a su comprador y los lugares en donde se acuerda la entrega a veces suelen estar alejados, inseguros o fuera de horarios de trabajo.
Las Nenis están solas.
Y seguirán estándolo si los gobiernos no las voltean a ver: aunque sean un ejemplo a seguir de éxito.
Por supuesto que Las Nenis seguirán floreciendo, con o sin política, con o sin gobiernos, pero sin duda harían de su andar un camino más despejado y próspero.