Compartir es amor

La columna de Érika Rivero Almazán

-Señora Mónica, regrésese porque vinieron 6 patrullas, nos exigen que nos quitemos… ¡y no lo vamos a hacer!… pero se están poniendo agresivos, ¡regrésese y apóyenos!… Así me dijo uno de los chavos del plantón.

Acabábamos de irnos, y ya iba saliendo de la recta a Cholula con mis compañeras diputadas en la camioneta… pues que nos regresamos… ¿qué íbamos a hacer? Realmente no sabíamos, pero algo haríamos, ¿sabes?

En el camino de regreso, por el celular, el chavo me comentaba que una señora, en mala onda y desesperada por el tráfico de la manifestación, les aventó el coche, y los chavos, le dieron de patadas a la puerta; por eso llegó la policía… mal por los chavos, y mal por la señora, pero los ánimos estaban caldeados… muchos estudiantes desesperados, indignados.… y muchos padres de familia igual, yo entre ellos… tengo dos hijos en la UDLAP… y como miles de padres estamos muy tristes, ya desesperados… ¿qué nadie va a hacer nada?… ¿en serio?… ¿nada?

Por eso cuando la diputada Nora Merino, que mira que me llevo muy bien con ella, me retó a que fuéramos a la Udlap para demostrarme que no estaba cerrada la universidad y que no había policía del estado, pues me dije… ¡claro que voy!

Pensé que mi exhorto en la tribuna era suficiente, pero con el reto de Nora, pues no podía decir que no.

Cuando terminó la sesión, agarré mis folders y me dije: voy a la Udlap.

Mis compañeros panistas se me quedaron viendo… ¿es enserio Mónica?, me preguntó Oswaldo Jiménez, Rafael Micalco, Nancy Jiménez, Aurora Sierra… no se los pedí, pero me acompañaron, solidarios… “pues vamos todos”…

Fui a la puerta principal, en donde pensé que vería a Nora, pero ella se fue a la parte de atrás, no sé por qué… ahí se me acercaron los chavos, maestros, padres… no conocía a nadie… pero se me acercaron, pidieron ayuda, que interviniera, que dijera algo para destrabar el problema… “diputada, no nos podemos quedar callados… usted no puede quedarse callada…”.

Es cierto, no podía.

Eso mismo les dije esa mañana a mis hijos… ¿qué no van a ir a defender sus derechos como estudiantes?, ¿no van a decir lo que piensan?.. los alenté, un poco desesperada, molesta… me respondieron con un “Ay Ma…”, indiferente, inamovible.

Y me fui muy triste.

¿Qué les pasa a estos jóvenes?, les quitan su escuela, su derecho a la educación, a ver a sus maestros, a sus compañeros, a utilizar sus aulas… y les pregunto a mis compañeros diputados, a los funcionarios, a la gente que según se interesa y sabe de política… se quedan callados, o dan su opinión pero en un café… y nadie hace nada… creo que desde nuestro lugar, cual sea que ocupemos, podemos hacer algo.

Son miles los afectados.

Y la indiferencia no es una respuesta.

Eso les dije a mis hijos.

Y me fui con un nudo en la garganta a trabajar… pensando en mis hijos… es su indiferencia… mi hija es muy introspectiva y a veces no alcanzo a dimensionar qué piensa o qué siente… ¿mis hijos son indiferentes porque creen que no pueden hacer nada?, ¿que hay otros intereses políticos que pesan más y por eso los ignoran?, ¿o creen que la política no sirve para nada, que las autoridades nos los escuchan?.. y ¿para qué van a pararse en el sol, a interrumpir el tráfico, a portar una cartulina, gritando al vacío que no oye?

No lo sé.

No estoy segura.

Por eso pedí la palabra y subí a tribuna en el Congreso… el caso Udlap nos efecta a todos… a toda Puebla… una institución con tanto prestigio, tantos maestros y alumnos afectados… por un problema de particulares, si, de familia: Jenkins contra Jenkins… y quién sabe cuando acabe… yo no voy a defender a una parte ni a la otra… eso es meterse en donde no te llaman, eso es irresponsable y manipulador… yo quiero ayudar a que se escuche la voz de los jóvenes… en eso he sido muy puntual.

Por eso pedí la intervención del gobernador.

Algunos me criticaron y me lo tomaron a mal.

No me importa: es mi trabajo.

Yo, como tantos padres de familia quieren que sus hijos vayan a la escuela, que aprendan, que luchen por sus ideales y que los sepan defender…

Muchos amigos de mis hijos me llaman a mi celular y me preguntan ¿cuándo terminará esto señora? Y yo sólo les contesto que no sé…

Por eso subí a tribuna.

Por eso me fui a las puertas de la Udlap y acepté las entrevistas de los reporteros… para sorpresa mía se me acercaron estudiantes a tomarse la foto conmigo, varios más me tomaron videos y los subieron a la red.

Por eso que me doy vuelta en U cuando un estudiante me pidió que regresara porque había patrullas… su miedo en la frase “y quién sabe qué nos vayan a hacer” me hizo un hoyo en el corazón… es la policía de tu estado, no puede hacerte nada, al contrario, está para defenderte… ¿en qué tiempos estamos viviendo que los chavos ya le tienen miedo a su propia policía”.

Me bajé y platiqué con los uniformados, con los estudiantes… y fue entonces que vi a lo lejos una silueta familiar… era mi hija… que desde lejos me aprobaba con su pulgar… estaba con sus otros compañeros, unida al plantón al que tanto se rehusaba participar.
Chequé en mi celular y pude ver los videos que mi hijo me había reenviado: eran sobre mi, de mis entrevistas en el plantón de hace rato…, “bien mamá”, me escribió.

Y se me volvió a hacer un nudo en la garganta.

Había mucha gente, los policías, los gritos… no podría llorar.

Y no lo hice.

“El ejemplo arrastra”, me repetía mi madre.

Y pude comprobar que era cierto.

(Mónica Rodríguez Della Vequia, diputada local del PAN, tras bambalinas, después de la entrevista en Los Conjurados. Febrero 10.2022)