Esto no es nada nuevo: lo mismo ocurrió en el 2018. En específico en la capital, en donde tanto Eduardo como Claudia aseguraban que iba arriba.
Los Conjurados, la columna de Erika Rivero Almazán
El PAN y Morena lo saben. De ahí su urgente necesidad de mandar a sus fieles a difundir información igual, exacta: que van a “arrasar en la capital poblana”, “que lo dicen las encuestas”, “que van a ganar por más de 5 puntos porcentuales”, y por tanto, “la legitimidad de los votos será tan contundente que la elección del 6 de junio no se judicializará”.
¿Usted les cree?
Yo no.
Seamos serios.
No creo que exista una ventaja de 15 puntos, como lo publican algunas encuestadoras, entre la Alianza Va por México encabezada por el PAN, ni de la Coalición Juntos Haremos Historia, que encabeza Morena.
Eduardo Rivera y Claudia Rivera tienen un común denominar.
De Rivera a Rivera, se reflejan en el mismo espejo.
Las encuestas que tienen bajo llave con 10 candados, las de a deveras que no veremos publicadas en ningún lado (ni yo puedo revelar las fuentes), es que a casi 15 días de la elección, el marcaje está cerrado: uno o dos puntos de ventaja oscilan entre Eduardo y Claudia, Claudia y Eduardo.
De ahí que la elección sea “un volado”.
¿Por qué es tan incierta esta elección?
Porque todas, absolutamente todas las encuestas no interpretan (a propósito) la conducta del voto switcher.
Esto no es nada nuevo: lo mismo ocurrió en el 2018. En específico en la capital, en donde tanto Eduardo como Claudia aseguraban que iba arriba.
Y no mentían: sus encuestas así lo marcaban.
El punto crítico fue identificar la conducta del voto switcher: ése que siempre aparece en las encuestas identificado como enorme barra gris que suele rebasar a la barra marrón de Moreno, o la azul del PAN.
Ese voto es el que suele definir una elección, y en el caso de la capital, es el que ya votó por el PRI, por el PAN y últimamente se ha dejado arrastrar por el fenómeno de AMLO y de MORENA.
Ése es el voto que nuevamente aparece con la misma sintomatología: a estas alturas, sigue sin definirse: son las voces que se callan su voto, que no responden las encuestas telefónicas ni personalizadas, o son las que responden “no sé”.
Analicemos el voto switcher en números:
En total, la ciudad de Puebla cuenta con 768 secciones electorales, de las cuales 471 están en competencia: es ahí en donde está el voto de los indecisos, es decir, el 60 por ciento de la votación de la Angelópolis.
Es un número altísimo.
En números cerrados, si es que sale a votar, podría representar alrededor de 100 mil votos.
En pocas palabras, los que definen la elección, como la Unidad Habitacional La Margarita, Playas del Sur, Rivera Anaya, Humboldt, Héroes de Puebla, San Manuel, Bugambilias, Valle Dorado, la Ciénega, la Libertad, Insurgentes, Rancho Colorado, Patrimonio, Romero Vargas, San Jerónimo Caleras, Xonacatepec, Lomas de Castillotla, Bosques de San Sebastián, Santa Cruz Buenavista, Guadalupe Hidalgo, Lomas del Sur, San Felipe Hueyotlipan, México 68, Maravillas, Las Hadas, San Baltazar Campeche, Mayorazgo, La Libertad, Colonia Morelos, Lomas de Loreto, Reforma Agua Azul, Volcanes, Amalucan, Amor, Centro, El Carmen, Lázaro Cárdenas y casi 80 zonas más de la capital poblana.
No hay estudio demoscópico que pueda captar el ánimo del voto switcher: nadie serio tiene una bola de cristal, ni nadie en sus cabales puede prometer que va a “arrasar la elección con 15 puntos”.
Por supuesto que el voto switcher es sólo un factor de varios que cuentan y mucho en esta elección, por ejemplo:
- Que el resto de los 15 días de campaña, el voto de indecisos se vaya definiendo.
- Que salga a votar.
- Recordemos que la gente está apática por una razón: está más preocupada por salir adelante en su día a día que por ir a votar. El golpe a la cartera para los poblanos ha sido brutal. Necesita ver cómo saca para completar la quincena.
- Las campañas nada más “no prenden”.
- La descafeína está en la repetición irracional del PAN: todo lo que hizo MORENA está mal. Pero tampoco ha sabido capitalizar los yerros de ese partido para lanzar una voz convincente, alentadora, capaz de revertir el hartazgo de los votantes. Todo está mal, pero no ofrecen una solución para salir del hoyo. Al contrario, presente a los candidatos de siempre, con los discursos de siempre.
- MORENA se mantiene en que “hay que seguir el rumbo”, porque todo está bien. Bueno, ¿habrá quién les crea esto, después de mirar su cartera?
- Las elecciones intermedias presentan por lo regular una bajísima votación. Y más por el fenómeno de la pandemia. Las vacunas no acaban de llegar, ni para los maestros que supuestamente van a regresar a dar clases, ni a los representantes de casilla.
- Si es que se presenta una votación menor del 40%, anótelo: favorece al partido en turno en el poder.
- Y sobre todo, si analizamos quién se llevará “la estructura”, confeccionada por el PRI y rebautizada con Moreno Valle.
- ¿Quién?, pues quien maneje el dinero. Las campañas se mueven con dinero, ¡y vaya si eso lo sabía el PRI y después Rafael Moreno Valle!
- Así que, pregúntese: ¿quién maneja la estructura y el dinero? Ahí está parte de la respuesta de quién va a ganar el 6 de junio.