Con cada crítica destructiva, con cada amenaza de «no voy a votar por tal o tal candidato«, por cada menosprecio a Genoveva Huerta, Jesús Zaldívar y a Eduardo Rivera Pérez por la forma en cómo se dividieron «el pastel», significa una sola cosa: cavar poco a poco, pero a profundidad, las posibilidades de ganar la próxima contienda electoral.
Imposible, recomponer en menos de 3 meses, la lista de candidatos propuestos por la Comisión Permanente del PAN.
Las redes sociales están atestadas de pronunciamientos en contra de Genoveva Huerta (Edmundo Tlatehui, Miguel Huepa, Blanca Jimenez, de San Andrés; Inés Saturnino López de Tecamachalco) o contra Eduardo Rivera Pérez (Carlos Ibáñez, Pedro Gutiérrez, Ricardo Gali).
Es decir, todos aquellos que no fueron favorecidos por el aval de Genoveva o de Eduardo.
Todos aquellos que se perdieron en la línea divisoria de «los de la dirigencia» o «los del yunque«.
Es decir, todos aquellos que quedaron en calidad de tropa, de expósitos.
Porque los panistas «de cepa«, mejor denominados como la Organización, los 7 Titanes o el Yunque, no registraron ninguna inconformidad.
Aquéllos que juran defender las causas del panismo por siempre y para siempre y son ganas de Gómez Morín.
Yo veo muy contentos y satisfechos a Mario Riestra Piña y a su hermana Susy, a Jorge Aguilar Chedraui, Tony Galy Fayad (ambos últimos guardaron silencio y dieron retirada discreta, pero al momento tampoco se han inconformado), a Ana Teresa Aranda, a Humberto Aguilar Coronado, al propio Eduardo Rivera Pérez y a toda su planilla, un equipo compacto con el que ha trabajado durante años, a Zaldívar a la propia líder estatal Genoveva Huerta, a Eduardo Alcántara, a Bernardo y Lupita Arrubarrena… la lista es larguísima.
En contraparte, veo celebración por parte de todos ellos.
Como alguna vez lo vi en el morenovallismo, cuando reinaba en el Pan, o antes, las designaciones de un Yunque, con el recuerdo eterno de que «el que obedece no se equivoca».
Y nadie protestaba, por supuesto.
Si históricamente el Pan se ha comportado así, premiando las lealtades, entonces, ¿por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?
Hoy la tropa panista está enojada, ya sea porque Genoveva Huerta o Eduardo Rivera no los cobijaron con su manto protector.
Guste o no a los panistas poblanos, Genoveva, Zaldívar y Eduardo son sus líderes, que confeccionaron esa lista de candidatos, toditos avalados por su dirigente Marko Cortés, por que ninguno de ellos se manda solo y requirió del aval del CEN.
Es posible que uno u otro se hayan equivocado en instalar a sus incondicionales en puestos estratégicos que les garanticen estabilidad y lealtad, en lugar de garantizar rentabilidad electoral.
Eso lo veremos en menos de 3 meses.
Pero pregunto, ¿cuándo el Pan ha actuado distinto?
Las victorias del Pan en Puebla respondieron a otras circunstancias: Gabriel Hinojosa porque jamás vaticinaron su posibilidad de triunfo, a Luis Paredes porque les ganó el juego en su propio tablero y Rafael Moreno Valle por una imposición negociada desde México.
Ahora, el discurso de rebelión «de la verdadera militancia» es un balazo en el pie para cualquier panista.
Es incomprensible que el Pan, tan harto de MORENA y la 4T, amenacen con no votar por su partido, porque no fueron favorecidos con «un hueso».
Habrá sus honrosas excepciones, pero la indignación de Inés Saturnino está fuera de lugar, cuando el gobernador lo acaba de exhibir con denuncias en su contra por corrupción, misoginia y otras linduras legales y administrativas, o de Edmundo Tlatehui, por no ser el abanderado de San Andrés Cholula cuando él armó el acto vandálico contra las instalaciones del Comité Estatal y mentó madres contra la dirigencia, de la cual ahora se queja porque no lo favoreció.
¿Pues qué quería? ¿Una estrellita de buena conducta? O las impugnaciones a Eduardo Rivera.
¿Quién en su sano juicio puede negar que es la carta más competitiva?
No son todos los casos, hay quienes con gran valía se quedaron afuera por no ser cercanos a los grupos de sus líderes poblanos.
Los costos los pagará el Pan, sin duda.
Pero es un verdadero despropósito que la militancia panista haga «brazos caídos» y no apoye a su partido y a sus candidatos.
¿Qué no se dan cuenta que el que está celebrando de todas sus enardecidas ruedas de prensa, discursos y vídeos en redes son los de Morena y la 4T?
¿Y dónde está el discurso de buscar el «bien *COMÚN*»?
Por qué una cosa es criticar e inconformarse y otra armar rebeliones que atenten contra un resultado favorable para su partido.
Los panistas se están convirtiendo en lo que tanto odiaron de los priistas: la búsqueda y la retención del poder, a toda costa.
El discurso de las rebeliones panistas es hipócrita.
Hay varias designaciones que verdaderamente ofenden y no son opción para ganar: Raymundo Cuautli es San Andrés y Edgar Salomón en Dan Martín.
No ganan.
Y no olvidemos que en todo este embrollo también va el PRI, que seguro ya a estas alturas, está arrepentido de su alianza con los azules.
¿A caso estamos hablando de una crónica de una derrota anunciada? En donde el resultado de esta desgracia será responsabilidad de todos, todos los panistas.
Puro sentido común.
Falta la herramienta de las encuestas, en donde tampoco favorece al Pan y si, pone varios puntos arriba a Morena.
El cuadro no es bueno.
El pronóstico electoral, menos.
Que conste.