Compartir es amor

La columna de Gabriel Biestro

Así como AMLO decía que sólo “el pueblo organizado puede salvar a la nación”, hoy quedaría muy bien que “solo la militancia organizada puede salvar al partido”.

En estos momentos donde ya inició el proceso de renovación de las dirigencias de Morena, estamos ante situaciones que nos hacen tener dudas razonables sobre lo que está ocurriendo y sobre los resultados que esto arrojaría. Como ejemplo tres puntos básicos:

Primero. No hay un padrón sólido para el proceso, podrá votar cualquier persona que se afilie en la puerta del recinto donde se llevarán a cabo los eventos, lo que los convertirá en verdaderos concursos de acarreo, donde la gente ya irá instruida por quien votar. Hay grupos que planean incluso acampar desde el día anterior para “ganar lugar”.

Segundo. No habrán asambleas donde la gente proponga o se autoproponga, se presente y pida el voto, sino que se votará por personas que de manera arbitraria y discrecional, serán registradas sin que haya un método establecido para esto, y la lista al día de hoy, al parecer no ha salido de manera oficial.

Vimos en las listas que el propio partido bajó se la página oficial, donde militantes fundadores fueron recortados, pero perfiles impresentables, morenovallistas, antiobradoristas y con acusaciones de corrupción aparecen como candidatos.

También vemos a quien se inscribe junto con toda su parentela para lograr posiciones como consejeros sin importarles que el nepotismo, el amiguismo y los compadrazgos están prohibidos en Morena. Tercero.

En la base primera de la convocatoria se habla de una renovación de dirigencias, pero en el Comité Ejecutivo Nacional, se exceptúan la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (Mario Delgado), y la Secretaría General (Citlalli Hernández), posiciones que no se van a votar y por ende está negada su renovación.

Nadie con dos dedos de frente está a favor de la involución, y jamás sería partícipe del regreso de tiempos, momentos o situaciones pasadas, sobre todo en morena, todos debemos apoyar su evolución y desarrollo en la política nacional, pero lo que siempre se debe de cuidar es que crezca siempre con su esencia fundamental (o fundacional), como instrumento de transformación, y no como una montaña de oro, como algunos oportunistas lo ven.

Morena, como lo dice el presidente López Obrador, es del Pueblo, no de los grupos, y tenemos que evitar que se convierta en lo que no debe convertirse.

Somos los militantes y simpatizantes obradoristas los que tenemos que salir y votar, buscar en dónde será el “evento” del distrito que nos corresponda, convencer a familiares, amigos, vecinos de acompañarnos.

Será la militancia la que debe organizarse y participar para evitar que morena sea presa del oportunismo, de aquellos que viendo sus partidos colapsar quieren ahora llegar para hacerse de éste y preservar sus prácticas de siempre.

El objetivo tiene que ser que la gente que construyó el partido, pueda tener voz y voto en los Consejos estatales y nacional, para mantener esa esencia.

Eso si es que la convocatoria resiste las (hasta ahorita) más de seiscientas impugnaciones ya interpuestas a lo largo de todo el país contra este desaseado proceso.