Compartir es amor

La columna de Celina Peña

No cabe duda de que la realidad actual está mediada por los medios de comunicación, la guerra la gana quien controle los medios. La percepción de cada evento pasa por el tamiz de lo que la opinocracia desarrolle como narrativa. 

Lo que ocurre en las redes sociales tiene más peso que la realidad misma, muertos que no fueron muertos en un enfrentamiento vandálico en Querétaro dentro del estadio de futbol, muertos que tampoco fueron muertos en un funeral en Michoacán y feministas que tacharon de violentas en las marchas del 8 de marzo. 

Nada escapa al peligroso mundo de la Matrix, la opinocracia es tan peligrosa que la posverdad nos determina a quién creer y qué creer. El algoritmo de las redes sociales es un cómplice malvado de la opinocracia. El usuario -evolucionado del lector, del radio escucha, del humano- se rodea solamente de aquello que quiere ver, y las redes sociales, depredadoras de la atención de los usuarios, le alimentan noticias hechas a modo de lo que ya cree. El usuario entonces se rodea de otros usuarios iguales, y en su diminuta burbuja se imagina un universo homogéneo, todos piensan igual que él, o eso parece. Ya sea pro occidente, pro Rusia, el usuario cree tener la verdad absoluta y es el click su instrumento de justicia.

La verdad la determina cada lector de Facebook, Twitter, Instagram y Tik Tok, poco se racionaliza de lo que ocurre en las redes y el internauta puede al mismo tiempo recibir consejos de cómo moverse en el sexo, cómo lidiar con el amor propio, cómo ser gracioso con los chistes de moda, que opinar sobre el conflicto de Ucrania- Rusia sin saber si quiera dónde está este país del este europeo y mucho menos conocer su historia, o bien calificar de violentas a las feministas, todo el paquete en una misma cuenta. 

El mundo se ha vuelto experto en la nada, la era de la hiperinformación le ha rostizado el cerebro a mucha gente que no cuestiona en lo mínimo lo que la web le presenta, la democracia de las redes sociales es tan peligrosa que todo mundo puede opinar y crear una meta realidad tan atractiva que la población queda expuesta a la violencia, a la promoción del machismo y al adoctrinamiento per sé.

Las redes sociales y el internet en general se han convertido en un terreno hostil para los internautas; los opinadores por su parte protegen su privacidad y se envuelven en las discusiones a través de una pantalla. Sin duda el internet nos ha permitido apreciar una de las verdaderas caras de la sociedad, y nos demuestran lo mucho que tenemos que trabajar para convivir en armonía.