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La Columna de Erika Rivero Almazán

Este jueves se reunirá el gobernador Miguel Barbosa con los diputados locales electos del PAN y la alianza.

Nada nuevo bajo el sol, si tomamos en cuenta el encuentro previsible con el presidente municipal electo de Puebla Eduardo Rivera Pérez, y el completamente inesperado con el presidente estatal del PAN, Genoveva Huerta.

Esta nueva agenda en la política local vaticina algo concreto: las fotografías que corren en las redes sociales y que muestran una cercanía cordial, sonrisas y el clásico choque de puños entre el gobernador y la oposición azul, no son señales vacías.

El nuevo tablero político estatal que arrojó el pasado 6 de junio no deja lugar a dudas de que en Puebla existe un líder político: Miguel Barbosa, y ante esa contundencia, se van remarcando el resto de las fuerzas y sus participantes, incluso dentro de su propio partido, MORENA, pero esa es otra historia que después contaremos.

En el caso del PAN, Eduardo Rivera convirtió en parte de su discurso de campaña la promesa de trabajar de forma respetuosa y conjunta con el gobernador, “por el bien de Puebla”.

Y sus palabras no fueron sólo guiños sino acciones de a deveras: no había reunión pública o privada en donde no celebrara los aciertos de Miguel Barbosa y su disposición a trabajar con él: le funcionó. Parte de esta estrategia se explica su contundente victoria de poco más de 20 puntos sobre su contrincante morenista Claudia Rivera, quien hasta el último minuto de respiro, evidenció su convivencia bélica con el gobernador.

Por eso, ése 8 de junio en Casa Aguayo, la reunión entre ambos personajes era esperada.

Lo inesperado fue que un día antes, el gobernador llamara vía telefónica a Genoveva Huerta para comentarle que invitaría a Eduardo Rivera. La conversación y el tono fueron amables, muy cordiales, con el aviso que le llamaría en próximos días para un encuentro con ella.

Y así fue: el 18 de junio, en Casa Aguayo, el gobernador invitó a la presidente del PAN a un encuentro público. El choque de puños y las sonrisas de ambos fueron calificadas como “inéditas”: la nueva señal enviada es que sus diferencias habían quedado en el pasado.

¿Borrón y cuenta nueva?

Todo parece indicar que así es.

Y es que los 9 diputados locales electos del PAN responden a la simpatía de Huerta (a excepción de Rafael Micalco).

La señal enviada por Barbosa al tener el gesto de interlocución con la oposición, es que el ganador se relaja y amplía su nivel de maniobra. Tiene mayoría en el Congreso, y con el nuevo entendimiento con el PAN, la política poblana fluirá, ya sin tantos baches ni minas ocultas.

Tanto Eduardo Rivera como ahora, Genoveva Huerta, tienen cercanía con el gobernador.

¿Cuál será entonces el nuevo plan para el 2024?

Ya lo veremos.