La columna de Erika Rivero Almazán
Era la campaña del 2010.
Javier López Zavala, nervioso, impávido, incrédulo, se disolvía ente las cámaras y reflectores: estaba perdiendo la gubernatura de Puebla.
Mostraba con ligero temblor en su mano las encuestas que le daban el triunfo por más de 10 puntos.
¿Cómo llegó a pasar eso?
¿Cómo? si tenía el respaldo de su jefe político, del partidazo, del aparato, de los medios de comunicación…
¿Cómo?
Es que Javier Lopez Zavala no tuvo a su Zavala….
Javier no la hizo como candidato… obvio, ¡pero vaya que era un buen operador!
Por eso Marín consideró pagada su deuda con su mayor hombre de confianza con la candidatura.
Y cómo no.
No había descanso para Zavala: reuniones, juntas, negociaciones tersas, broncas, pase de sombrero, colocación de dinamiteros, mapaches, campañas negras… todo pasaba por sus manos.
Con la aprobación de Marín.
Si ya siendo gobernador lo apoyó para ganar en la campaña… eso ya quien sabe. Es posible que no, que sacara las manos…
Se dijeron tantas cosas…
Pero el hecho es que uno de los errores de Javier es que no tuvo un clon operando para él.
Y Rafael Moreno Valle sí tenia a un Fernando Manzanilla.
La dupla Rafael – Manzanilla consiguió lo que jamás el PAN había alcanzado: la gubernatura, y por ende un fenómeno azul que arrasó en el estado.
Y es que en el escritorio de Fernando Manzanilla ocurrió todo: la estrategia, la negociación, los amarres, todo lo que a Zavala se le escurrió.
No fue una competencia entre PRI y PAN.
Fue una carrera de inteligencia y maniobra política de alto alcance.
Manzanilla lo supo y lo sabe.
Por eso acompañó ya a 3 gobernadores.
Por eso la pregunta es válida ahora cuando se habla del proyecto de Eduardo Rivera a la gubernatura para el 24.
¿Quién es su Zavala?
¿Quién es su Manzanilla?
Se escuchan los grillos.
Es obvio que un Pablo Montiel no le alcanza (sobre todo después de su desastre del DAP y su vana pretensión de negociador con los diputados de su partido).
Es peso mosca.
Se necesita de un peso pesado.
Imposible ocultar la obviedad.
¿Los Arrubarrena? Su campo de influencia es cerrado. Manejan el dinero, pero no el arte de la política.
El proyecto politico estatal a dos años de Eduardo Rivera adolece de un operador de altas miras, que trascienda las fronteras de la aldea.
¿Quién será?
¿Quién será?