La columna de Antonio Ferrer
“La intervención está muy bien y la intención es buena. Pero no va a funcionar. Hagas lo que hagas, la gente no va a obedecer. En México no tenemos educación, nos falta cultura”. Fue la opinión de un trabajador universitario mientras se realizaba una intervención urbana con el objetivo de explorar el comportamiento de peatones en las inmediaciones de Ciudad Universitaria, como parte del desarrollo de una propuesta para mejorar la seguridad de cruces peatonales en la zona.
No obstante, no hay como el monitoreo del espacio público, particularmente de las readecuaciones urbanas, para mejorar la comprensión del funcionamiento de este. Razón por la cual, desde el Departamento de Transporte y Movilidad de la BUAP, y posterior a la implementación parcial de la propuesta generada para las inmediaciones de C.U., se realizó un ejercicio de observación para conocer el efecto generado en los usuarios de la zona. Ejercicio que consistió en identificar la cantidad de peatones que realizaban el cruce, en la zona determinada como “deseable” y cuántas lo hacían en la zona identificada como “no deseable”. Del mismo modo se realizaría un comparativo entre el comportamiento en intersecciones intervenidas en su infraestructura y aquellas que no han recibido intervención.
Los resultados fueron notorios. En las intersecciones intervenidas, entre el 76 y 88 % por ciento de los cruces fueron realizados en la zona identificada como “deseable”. Por el contrario. En las intersecciones que no fueron intervenidas, el predominio de cruces se generó en las zonas identificadas como “no deseable”, representando entre el 53 y 56 % de estos.
Una lectura que podemos generar a partir de dicho ejercicio es que cuando el diseño de la vialidad, responde a las necesidades de las personas, particularmente las más vulnerables, el diseño funciona. El llamado, “uso adecuado”, se generará de manera casi natural. Por el contrario, cuando el diseño es ambiguo o no responde a las necesidades de la persona, difícilmente será utilizado con base en la lógica visualizada por el diseñador. En consecuencia; “no, nos falta cultura”, “nos falta, nos urge, infraestructura”. Infraestructura pensada para las personas de la tercera edad, con discapacidad, para las infancias y el amplio abanico que conforman la diversidad de transeúntes en la calle. Infraestructura disfrutable, donde su uso no ponga en riesgo nuestras vidas.
*SOBRE EL AUTOR:
Es arquitecto por la BUAP, responsable del área de Desarrollo de Proyectos en el Departamento de Transporte y Movilidad-BUAP, y fundador de la iniciativa Árboles Patrimoniales de Puebla.