La columna de Maritza Mena
La propuesta del presidente Andrés López Obrador de elegir a los magistrados y consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) por medio de una consulta “al pueblo” es la antesala de lo que pretende ser una futura Reforma Electoral.
Así como la Revocación de Mandato que a todas luces busca evaluar el nivel de popularidad real de la que goza el mandatario y la posible aceptación para lo que sería una reelección, la nueva propuesta también tiene la intención de medir el ánimo de los mexicanos.
Esta misma historia se ha visto en países Latinoamericanos en los que se asentó la dictadura como Cuba o Venezuela. Los escépticos decían que México no podía caer en lo mismo, y aún existen aquellos que, a pesar de que son testigos de que el panfleto populista se repite al pie de la letra con cada acción tomada por la mal llamada transformación, siguen sin darse cuenta de que nuestro país está cayendo en lo mismo que sus vecinos del sur.
Lo vemos con los ataques directos diarios a la libertad de expresión, la tolerancia a grupos del crimen organizado, la centralización de los recursos públicos, el retiro de apoyos para la salud o la educación de los ciudadanos como si estos fueran los últimos que importan.
Esta semana, tras la liberación de Laura Cuevas, Alejandro Gertz Manero se convirtió en un fiscal incómodo. Poco después López Obrador dijo: que no haya consejeros que no tengan vocación democrática. Otro distractor ante los ya múltiples escándalos que han rodeado su gobierno.
Sin embargo, la realidad es que, estos ejercicios, como la Revocación de Mandato o la consulta para elegir a consejeros electorales y magistrados, buscan repetir lo que ya se ha hecho antes las naciones que han caído en las manos del socialismo del siglo XXI.
Recordemos que la revocación en Venezuela sirvió para afianzar por 14 años a Hugo Chávez hasta que murió víctima de cáncer, “como héroe”, como calificaba a los niños que fallecían por falta de tratamientos oncológicos que él mismo retiró. En su lugar quedó Nicolás Maduro.
Sin embargo, antes se realizaron en ese país una serie de reformas constitucionales en materia electoral, tal como pretende la propuesta obradorista, una que pondría en riesgo el buen funcionamiento del Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Parece que la historia busca repetirse, sólo que esta vez en México.